martes, 29 de agosto de 2017

La cara humana de la adolescencia

La adolescencia es  una etapa  que asociamos fácilmente con egocentrismo, egoísmo, inconformismo, confusión, e inestabilidad emocional, sin embargo David Bainbridge, quien dijo “ser adolescente es aquello que nos convierte en seres humanos”,  adjudica a esta etapa la responsabilidad  de la condición  humana, de hecho, somos la única especie animal que requiere de una etapa en su ciclo evolutivo para la madurez, no una transición, sino una etapa en sí misma con identidad propia.

Lo cierto es que hace cientos de miles de años, cuando el simple instinto de supervivencia,  como individuo y como especie, dominaba nuestra existencia,  dejábamos de ser hijos porque nos convertíamos en padres. Nuestro desarrollo intelectual fue acomodando nuestra vida y por tanto ralentizando la urgencia, y ganamos tiempo. Tiempo, para seguir aprendiendo, y pensar más y mejor, a eso, podemos llamarlo creatividad. Tiempo para aprender de la vida y de la salud  y  alargar la vida, y poder cuidar ya no sólo de nuestros hijos, sino también a nuestros nietos. Aparece una etapa nueva en el proceso evolutivo de la persona. La adolescencia.



De 0 a 10 años creamos billones de conexiones neuronales aprendiendo del mundo que nos ofrecen habitualmente los padres y la familia, de 10 a 20 muchísimas menos y se genera una serie de desconexiones, una especie de “poda cerebral”,  las  funciones superiores y su centro se activan,  por lo que hay tiempo para una reestructuración cerebral y por tanto de activación de nuevas zonas cerebrales. Tiempo durante el cual vemos a través de nuestra propia consciencia que lo que hemos aprendido no funciona para el mundo que vemos ahora, se activan zonas cerebrales que aunque ya desarrolladas no había existido aún la necesidad de utilizar. Pero la corteza cerebral prefrontal sigue siendo inmadura, lo que hace que cueste decidir y medir las consecuencias.  Y eso genera vulnerabilidad y confusión, romanticismo, fantasía y por tanto creatividad,  ya que uno busca su propio camino, digamos que por primera vez.

Existe una promiscuidad de cara a los riesgos, drogas,  sexo precoz, descontrol de impulsos…¿son estúpidos o ignorantes?. Muchos necesitan romper con los padres, no asumir sus  normas, como  una búsqueda de identidad propia.“Hacer lo contrario a lo que conozco es la única manera que tengo de diferenciarme”, “aprender sobre el riesgo es mi única manera de aprender porque mi mundo no funciona como el de mis padres”. Se les da mal calibrar consecuencias, y quieren calibrarlas por sí mismos. Los adultos no podemos empujar a los adolescentes a ser más arriesgados pero podemos entender que es una etapa necesaria para la autorrealización del individuo.

Además de ser una etapa de sudor pelos y grasa, la adolescencia es también una fase de remodelación del cerebro, y su objetivo es crear un cerebro organizado pero flexible.


Juancho Pérez-Aramendía
Psicólogo col.núm:A-898

Martínez Bardaji psicología.