jueves, 26 de diciembre de 2019

El Beneficio del "NO"


Cuando un bebé aprende que aquello que ve y huele y escucha puede cogerlo, lo primero que hace es querer comerlo, porque quiere devorar la vida de la única manera que sabe. A partir de ahí el mundo es su base de exploración. Suerte que suele haber alguien que se encarga de evitar que un bebé no haga algunas cosas, de no ser así ese bebé moriría. Por suerte alguien, vigila que ese bebé ingiera alimentos y no otras cosas y que no meta los dedos en ningún enchufe entre otras cosas, porque el exterior de uno mismo tiene sus peligros. Bienvenidos al mundo del NO, no, se puede hacer lo que quieras, no puedes conseguir todo lo que quieres, porque te puedes quemar. Y gracias a él, al no, puedes disfrutar del sí, concepto que ni siquiera existiría sin el propio no.
Durante el adiestramiento de un perro/mamífero el humano puede enseñar al animal lo que no debe hacer ofreciéndole el premio por hacerlo bien, ya sea con algún tipo de chuchería o de forma afectiva. De este modo, puede canalizar su energía para sentirse bien. Evidentemente un bebé no es un perro pero el afecto es un premio para ambos, como para cualquiera. Y negarle algo a un niño es para él dejarse de sentir querido en ese momento, del mismo modo que siente la seguridad y protección de cuando “sí” lo hace. Y yo no puedo valorar cuando me siento querido si no me han dejado de querer alguna vez. Bendito “no”, que da sentido al “sí”.


A partir de ahí el bebé puede aprender que hay de todo, lo bueno, lo malo, lo regular, y que todo tiene una forma distinta con la que uno puede manejarse, y que a veces lo pasa mejor y otras peor. Y que a veces incluso él puede decir que no. Y comienza a hablar, siendo capaz de diferenciarse de los demás, y va apareciendo para sí mismo su propia identidad, de ahí, que decir “no” sea tan estimulante para los niños, se diferencian de los demás.
Mucho oigo hablar sobre el control emocional como si en caso de ser posible fuera algo bueno. Si fuera posible decidir cuál es la emoción que sentimos…¿quién sería el guapo que decidiría en un momento dado sentir tristeza? nadie, ¿cuándo sería el momento adecuado para sentir rabia? ¿o miedo? nunca, ¿A dónde iríamos a sentir culpa? A ningún sitio…y dichas emociones quedarían extinguidas como los dinosaurios.

 Nos dedicaríamos a sentir seguridad, alegría, curiosidad etc. de continuo. El sufrimiento emocional quedaría arrinconado y olvidado. Siempre bien, emocionalmente satisfecho, bajo control. Por supuesto también desaparecerían todas las conductas que conllevan un esfuerzo y que pretenden mejorar nuestra situación, ya que estando ya satisfechos no nos moveríamos de donde estamos, ¿para qué? Además, dejaríamos de ser conscientes de dicho bienestar, ya que todo se mide por comparación y sólo podemos valorar el disfrute si conocemos la ausencia del mismo.
Por suerte existe el miedo y la seguridad, la alegría y la tristeza, el orgullo y la vergüenza, la satisfacción y la frustración, y lejos de poder controlarlo sí podemos gestionarlo, aprender de ello y utilizarlo, porque todo tiene su función.

“Como es arriba es abajo. Como es adentro es afuera.” La tabla de Esmeralda, circa 3000 a.C.

Juancho Perez-Aramendia Vidal

Psicólogo Infanto-Juvenil.

Martínez Bardají Psicología y Salud


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